Transparencia municipal
Por Gabriel
Zaid
Periódico
REFORMA
Domingo,
25 Julio 2004.
Una fórmula segura para desanimarse ante
la nueva situación de México es soñar con grandes líderes o grandes reformas. Tenemos los políticos que tenemos, y es perfectamente
posible que se pongan de acuerdo, siempre y cuando los cambios en favor del país no afecten sus intereses personales o de
partido. Esto descarta las grandes reformas y lo que pueda beneficiar a sus competidores, aunque sea importante para la sociedad.
Pero no descarta todo.
Hay cambios deseables que se prestan
al consenso, porque no tienen costos políticos, no afectan las posiciones para el 2006 y, en general, parecen inocuos. Por
lo mismo, pasan de noche, hasta para muchos ciudadanos que no les dan importancia. Sin embargo, el efecto acumulativo de los
cambios "pequeños" puede ser más importante que las grandes reformas imposibles o los líderes soñados. Hay oportunidades sociales
con cara de nada que pueden hacer muchísima diferencia.
Los créditos del Banco Mundial a los
países pobres han sido criticados porque, en un porcentaje equis, enriquecen a los políticos. Un antiguo funcionario del banco,
convencido de que era inútil seguir esperando líderes incorruptos o reformas contra la corrupción, apostó su vida a un concepto
raro, imaginativo y ahora reconocido mundialmente. Renunció y puso una oficina independiente de vigilancia ciudadana: Transparencia
Internacional.
Una creatividad semejante tuvieron los
que supieron ver ahí oportunidades para México, y se dedicaron a promover una ley de transparencia. Mientras
el entusiasmo que despertó la derrota del PRI se desperdiciaba en las grandes reformas imposibles, los partidos concedieron
esta pequeñez a los ciudadanos que pacientemente la cabildeaban, como si no hubiera cosas más importantes en la agenda nacional.
La ley se aprobó, y va a transformar el poder en México, cuando los ciudadanos y los medios aprendan a exigir transparencia.
Es una lenta reforma del Estado que está en marcha, a diferencia de la Gran Reforma del Estado que seguirá en el limbo, porque
no hay consenso.
La reforma se empieza a notar, hasta
negativamente: porque genera resistencias. Los ciudadanos que aprovechan la ley para exigir cuentas, claridad, responsabilidades,
los medios que han descubierto una gran fuente de información sobre las entrañas del poder, ya se topan con funcionarios que
temen la transparencia y la combaten. El obstinado empeño de la Secretaría de Hacienda para que no se sepa cómo
estuvo el desastre bancario, o del gobierno del Distrito Federal para que no se sepa cómo opera, llaman la atención. Pero
la resistencia es general, con honrosas excepciones. Los funcionarios públicos adoran la vida pública como publicidad, no
como escrutinio público.
Aquí también es natural que las oportunidades
sociales varíen en función de los intereses que afecten. La complicidad de las grandes mafias políticas con las grandes mafias
traficantes de drogas, secuestros y contrabando (cuando no son dos formas del mismo negocio), puede subcontratar policías
para sus crímenes, comprar jueces, bloquear legislaciones, modificar acciones del poder ejecutivo, imponer nombramientos y
pesar en las elecciones. No hay que aceptarlo con resignación, pero sí estar conscientes de que la transparencia
arriba será más difícil de lograr que abajo, donde los intereses afectados son menores.
La gente no sabe lo que es el IPAB, ni
ve la conexión entre el desastre bancario y el proyecto de un impuesto del 15% a los alimentos. En cambio, sabe lo que son
los asaltos, las violaciones, la sordidez de las agencias donde ni caso tiene ir a denunciar, la falta de alumbrado público,
los baches, las fugas de agua, las coladeras tapadas, la falta de nombres y señales en las calles, el descuido de los parques
y el arbolado, los abusos de las patrullas, los permisos ilícitos, las obras que no terminan y dejan todo tirado, el ambulantaje,
los trámites, las mordidas. Desastres que dominan la experiencia de abajo, pero se olvidan fácilmente arriba. La atención
de arriba está centrada en las grandes maniobras patrióticas (y mafiosas) donde se disputan los rumbos del país.
La administración municipal
es el horizonte político dominante de la vida cotidiana. Afecta la convivencia de manera directa. Favorece la participación,
si se construyen medios de encauzarla. Afecta presupuestos menores. Importa poco arriba. Todo esto da a la transparencia
una oportunidad mayor en los municipios. Los organismos no gubernamentales que auspician el programa
Ciudadanos por Municipios Transparentes (verlo en Google) están poniendo en marcha algo fundamental. Desarrollaron
un método de evaluación de la transparencia municipal, que están empezando a aplicar. Parece nada,
pero puede arraigar la democracia desde abajo y mejorar la vida cotidiana.
Gracias Maestro Zaid por
hacer referencia
a nuestro trabajo. Es un aliento para
redoblar esfuerzos.